En una pobre y fría buhardilla empezó a estudiar idiomas modernos. Siguiendo un método desacostumbrado e ideado por él mismo, en un año aprendió el inglés y el francés.
«En un año me pareció luego muy fácil el estudio del holandés, el español, el italiano y el portugués y no necesitaba ocuparme más de seis semanas con cada uno de estos idiomas para hablarlos y escribirlos con soltura», decía. Ascendió en su empleo y a los 22 años empezó también a aprender el ruso.
«Hasta el año 1854 no me fue posible dedicarme al estudio del sueco y el polaco»
(…) Por fin, en 1856 comenzó el estudio del griego moderno, que logró dominar en seis semanas.(…)
Digamos de paso que, como cosa complementaria, en este viaje aprendió también el latín y el árabe.
Su diario sólo pueden leerlo los grandes políglotas, pues Schliemann escribía siempre en el idioma del país donde se hallara.”
- Extractos de varias páginas de Dioses, Tumbas y Sabios de C.W. Ceram
*Heinrich Schliemann hizo muchas cosas en su vida. Entre ellas, descubrir la ciudad de Troya.